Aromas de la India: un viaje gastronómico y cultural
Domingo, 28 Julio 2024
En la vastedad de la India se respira un olor milenario y especiado. Este subcontinente tiene historia y especias para escribir mil relatos. En las bulliciosas calles de Nueva Delhi, empieza a desvelarse uno de los misterios indios: la sacralización de las vacas. Las vacas cruzan las carreteras a su antojo, cortando el paso a coches, motos y peatones. Nadie las aparta, nadie las molesta. Su paso, lento y sereno, irradia un aura de respeto que trasciende el indecible caos vehicular. Las vacas, lejos de ser meros animales, son símbolos sagrados en la cosmovisión hindú y muestran la coexistencia entre lo divino y lo real en esta enorme península.
La preferencia concedida a las vacas no solo se manifiesta en el tejido urbano, sino también en la mesa. La carne de res, considerada impura por muchas comunidades, encuentra su prohibición implícita en el respeto a estos animales divinos. Así, la gastronomía india se teje con hilos de tradición y espiritualidad, donde la elección de alimentos se convierte en un acto sagrado.
India, con su inmensidad geográfica y cultural, es un crisol de sabores que se despliega en cada plato típico. En Delhi el aire se impregna con el aroma tentador de especias y currys en los puestos callejeros. El chaat, una explosión de sabores con papas crujientes, chutneys y yogur, es uno de los emblemas de la comida callejera.
Jaipur, la ciudad rosa de arquitectura esplendorosa, ofrece banquetes que son auténticas obras maestras culinarias. El dal baati churma, una combinación de lentejas, bollos de trigo integral y churma endulzado con jaggery, es un deleite que refleja la riqueza de la tradición rajput. En cada bocado, se revela la historia de la región, una fusión de sabores que trasciende el mero acto de alimentarse.
En Benarés, a orillas del sagrado río Ganges, sigue la aventura gastronómica. Aquí la comida se convierte en un ritual que honra la conexión entre el hombre y los elementos naturales. Los ghats, escalinatas que descienden al río, son el escenario donde los pescadores ofrecen pescados frescos cocinados con las especias locales. El lassi, una bebida refrescante de yogur, se convierte en el compañero perfecto para contemplar el fluir eterno del Ganges.
Los ríos en la India no solo son fuentes de sustento, sino también arterias vitales que nutren la esencia misma de la cultura hindú. En las orillas del Ganges, las ofrendas de flores y velas flotantes se desvanecen en la corriente, mientras que, en las calles de Varanasi, la espiritualidad se fusiona con los aromas de las ofrendas culinarias a los dioses.
Así, en cada rincón de la India, desde las bulliciosas calles de Delhi hasta las orillas sagradas de Benarés, la gastronomía es un viaje sensorial y espiritual. De cualquier modo, la India hay que masticarla y recorrerla para empezar a conocerla. La India hay que vivirla.