Estambul, una ciudad y dos continentes
Miércoles, 18 Octubre 2023
“De haber un solo país en el mundo, Estambul sería su capital”. Esta frase enunciada por Napoleón Bonaparte condensa la esencia de una ciudad que acepta casi cualquier adjetivo: moderna, antigua, espiritual, caótica, cultural. Durante más de mil años, Estambul fue Constantinopla, epicentro del Imperio Bizantino y lugar de florecimiento del arte, la riqueza y la religión. Cuando en 1453 fue tomada por el Imperio Otomano, se produjo la mezcla de dos mundos: la influencia islámica y la herencia cristiana y romana.
Estambul tiene un pie en Europa y un pie en Asia. En medio, el río Bósforo, que sirve de puente entre civilizaciones. Navegar este río que separa dos continentes y une el mar Negro y el mar Mediterráneo es una experiencia única. Desde el barco puedes ver algunas de las más de tres mil mezquitas de la ciudad, también fortalezas como la de Rumelia y Anatolia y palacios como el de Beylerbeyi.
La mezcla entre oriente y occidente queda patente en la gran obra de Estambul, la mezquita de Santa Sofía, construida en el siglo VI por el emperador Justiniano. Cuando el Imperio Otomano tomó el control, llevaron a cabo una transformación integral de la ciudad, pero conservaron esta bellísima construcción, únicamente cambiaron la cruz que se erigía sobre la cúpula por una aguja característica del culto islámico, añadieron cuatro minaretes alrededor del templo y pusieron un altar y un púlpito en el interior. La que fuera catedral de Constantinopla sigue siendo el mayor exponente de la arquitectura bizantina.
Si Estambul es la fusión de diferentes culturas e imperios, el Gran Bazar sería la fusión del mundo real y el de los sueños: miles de tiendas y miles de kilómetros cuadrados, más de 400.000 visitantes, infinidad de productos: alfombras, joyas, muebles. Un paseo por este bazar laberíntico donde todo está en venta, donde la sinfonía de voces de los vendedores suena como una vieja leyenda, es el mejor recuerdo que llevarse de Turquía.